jueves, 9 de agosto de 2018

Argentina retrógrada


Se suele creer que los gobernantes de un país son la representación del pueblo que los votó. Al menos en las sociedades civilizadas así funciona y eso es lo que se da por descontado al leer una noticia que atrasa en su modo de ser tratada, discutida, manoseada, malinterpretada. Personas que se dicen políticos eligieron que el sistema de interrupción voluntaria del embarazo que rige todas las sociedades modernas no se instaure como norma en el país que todo delito comete pero que repara más en que no se note, o en acusar a la mujer de criminal, que en superar la instancia delictiva. La argentineada misma de creer que todo es un partido de rivalidades absurdas, y que si sale el verde yo saco el celeste, y que hagamos fetitos para que tomen conciencia, y dale que va.

Hay movimientos sociales que no pueden ser frenados. Quien estudió algo de historia sabe que hay causas que superan la instancia en la que se encuentra la sociedad y están encomendados a hacer abrir los ojos al resto sobre la opresión sufrida. Lo fue toda revolución que se precie de tal, y el movimiento femenino no es la excepción a la regla. Momentos de sosobra donde se cree que todo está perdido se convierten en oportunidades de volver a concentrar fuerzas y nadie sabe cuándo volverá a atacar la marea verde que no tiene marcha atrás.

Estamos en una era en donde el reconocimiento y la aceptación de las cualidades y potencias femeninas es innegable. El punto es distinguir que todos llevamos un femenino y un masculino dentro, y no caer en la chicaneada clásica de moverse por los extremos, situación tan propicia y lograda por el argentino medio que se crío en un eterno debate social y confrontación polar que impide medir y replantearse cuestiones básicas.
Argentina atrasa, en el más amplio sentido. Un presidente que llega al hermano país colombiano y, moviendo sus manitos cual marioneta articulada, hace chistes sobre Chicho Serna como carta de presentación, marca de cuerpo entero una situación degradante, imagino que angustiante si se respira en las calles un poco de empatía al prójimo. La cámara de senadores no fue menos, y bajo argumentos que más que hacer debatir sobre el aborto ponen en relieve la inoperancia de sus funciones y su incapacidad de representar la evolución de las sociedades, decidió que la clandestinidad seguirá operando tras las sombras de un país que sólo se preocupa por la fachada de sus medidas y esconde bajo la alfombra la basura de su doble moral.

Argentina está teniendo en el mundo el lugar que representa. Se conocen los chanchullos que los que pasaron, pasan y pasarán siguen haciendo, se reglamenta en contra de las libertades individuales, se distingue incapaz de construir un proyecto común, y los medios hacen creer que esto está ocurriendo por el bien del país y la armonía social. No sin tristeza, cada vez tomo más distancia de una sociedad que elige ser gobernada por una mujer que, con sus discapacidades mentales a flor de piel, dice sin vergüenza que una piba violada puede esperar nueve meses y entregarlo en adopción sin que eso afecte su psiquis.

El argentino debería hacer el ejercicio diario de ponerse en el lugar opuesto a lo que piensa. Pero verdaderamente encarnar ese personaje tan nefasto que se cree que es el que piensa distinto y asumir esa condición de pensamiento. Salir de su burbuja conceptual y distinguir que hay un mundo que lo observa y que ya sabe bien con los bueyes que ara al momento de entablar relaciones comerciales o humanas con una porción de tierra que no respeta reglas y que vive de acuerdo a lo que le permiten aquellos que persisten en su intento de congelar las mentes de quienes allí viven. No hay árbol que tape el bosque. Argentina es retrógrada, y el mundo se enteró un poquito más hoy. Si es que a alguien le importa.