miércoles, 20 de septiembre de 2017

Lo mira por te ve

En México tiemblan. Se derrumban. Los Estados, supuestamente unidos, se inundan y devastan sus lujosidades de casas en Palm beach. Son of the bitch, no mames.
En Sudamérica caen presidentes como lluvias, y los que no, penden de un hilo delgado que posibilita el uso maniqueo de sus funciones. Europa se debate entre dejar expresar a sus integrantes o presionar para que no bajen los pies del plato. Aparecen nazis portadores de insignias que llevan implícito el cartelito de “pegue aquí”, y en las islitas del Oriente asiático luchan por ver quién la tiene más grande, y parece que un coreanito tiene el poder de que todos nos desintegremos. Pero el pato Donald no quiere quedar fuera de la foto y también saca su porongo para ser medido.
La idea de los Estados unidos queda dispersa por ahí, y nos sumamos todos a una vorágine cuyo límite es la capacidad de informarse de cada cual y de sentir pánico por la instancia atosigante que se enfrenta.

En las localías, que a cada cual le conciernen, me informo a la par sobre independentistas, macristas, franquistas, cristinistas, hablando casi como cagan sobre su perspectiva de mundo, y mientras, nada cambia. Las manifestaciones de deseo deberían estar prohibidas hasta tanto se pueda o sepa cómo hacer para canalizarla en logro. Yo quiero. Yo pretendo. Yo exijo. ¿Y con eso qué hacemos?
Todos se suman a la congoja virtual de proclamar fuerza en unos pocos caracteres, o exigir la aparición con vida, o pretender la resolución de la pobreza mundial con un mensaje en cadena, y así todo sigue su curso por la vertiente natural, que encamina sus fuerzas hacia la eclosión.
Fuego, agua, vientos, tempestades, tierra en movimiento, y personitas, seres, humanos, que se mueven con ligereza por el escenario montado para la ocasión. Pero no. El libredesplazamiento también está bajo el control de las fronteras y Estados, y cualquiera sea el motivo por el que tuviste que migrar, también vamos a exigirte que cumplas con ciertos requisitos, para así tener una nación más...
Y así seguimos viviendo. Mejor me compro un pasajecito para despejarme y recargar fuerzas. Otro se mete en un crédito con la esperanza de que así saldrá adelante. Y un terrateniente pide que se respete la propiedad privada del que tiene y no quiere repartir. No mames guey, mirá si va a entregar su porción lograda por más movimiento sísmico que pueda haber. Cuando la mitad de estos cositos que se mueven y piensan quede despejada del plano, ¿sabés cuánto más puede valer esa tierra? ¿O no habrá valor monetario que valga? ¡Criptomonedas para todos!

Juega Messi hoy. Y después el Rojo. Todo va a estar bien.
¿Viste el video en que se cae el edificio entero? Tanto en Siria como en el DF, las estructuras están más agujereadas que un queso. Acá cremoso no venden. Salvo en la tienda latina. Pero no es igual. Me quedo con el magro. Y el untable. Cambiá que no quiero ver tantas malas noticias en el desayuno. Prefiero ir a la plaza. Despejarme.
Suben las aguas, y mejor correte de la orilla. Correte no. Acá es otra cosa. Bueno, movete, y correte ya que estás, que es el único poder personal que no nos sacaron aún, a no ser que la Iglesia meta sus trompas y el descalabro mental aumenta, y por ahí se empiezan a justificar acciones que no tienen ni pies ni cabeza. Porque el sentido orientador del planeta ya está cambiando. Y todo esto es el Cambalache que nos anticiparon, sólo que cada uno lo vive a su tiempo, y esto será nada cuando se mire en tiempo delante, y lo que fue apenas es el comienzo de algo que no frena pero que de seguro llegará a su fin. Porque así se justifican los medios. Que están para defender intereses. Y así pierden interés. 6 cuotas sin interés. La llevo. Así seguro voy a ser más feliz. Nada puede salir mal. 32 pulgadas alcanza. HD, full full.

jueves, 14 de septiembre de 2017

¿Qué quiere la gente?

"La gente quiere" es una enunciación que me atrae pensar. Porque cuando hacemos referencia a la gente en una oración solemos estar diciendo, en forma solapada o no, lo que nosotros, como individuos, somos o queremos ser.
Me explico mejor: el espejo que nos devuelve el afuera es lo que atravesamos por dentro. Es decir, si creemos que la gente es de tal o cual modo es porque ese tal o cual nos refleja, nos hace ver una parte de nuestro ser que otra persona o accionar no nos venía mostrando. El mundo te muestra. No es de forma rígida y absoluta. La interpretación que uno hace de él es el “la gente” que usamos en el diálogo.
Por eso, saber cómo es la gente para cada uno es un modo de conocer a alguien sin que necesariamente se haya abierto en su intimidad.

La gente es muy amplio. La gente quiere saber en forma más detallada la idea. La gente es muy determinante. La gente quiere un gobierno sincero, no corrupto, cuasi ascético, pero que defienda los intereses de la gente, eso sí. Y la gente vota la mentira, el ocultamiento, el interés personal. La gente no se da cuenta... ¿Cómo es la gente para vos? ¿De qué hablás diariamente cuando te referís a la gente? ¿Tu gente? ¿El afuera amenazante? ¿El afuera amigable?

Es que la gente no sabe si no le explican. Y la era de la posverdad llega para que la gente pueda ser conceptualizada en resultados. Pero la gente se deja manipular. La gente, el vecino, el que se levanta todas las mañanas para ir a trabajar, la gente como uno, ¿viste?
La gente, la que se pone de pie y lucha por llenar la olla cada día, la que emprende y se equivoca, pero también la que no hace nada y tan sólo reclama, la gente que vota. O que importa sólo cuando vota. La gente, esa que determina con su voto, y es determinada a través de su mirada de la realdiad a través de los medios. Esos medios que le facilitan a la gente la comunicación, como por esta vía, que estamos tejiendo vínculo con la gente.

A no ser que sea acallada esa gente. Y entremos en la burbuja de creación personal, sin que importe tanto la gente ni las miradas externas, donde no hay opción de queja sino de construcción próspera. Ahí la gente no tiene ni voz ni voto. Empiezan a funcionar los agentes internos.

lunes, 11 de septiembre de 2017

Los pueblos crecen más rápido que los gobernantes

La Diada. ¿Qué es eso? El festejo nacional del pueblo en el que habitamos.
El día del Maestro, para mi, hasta el 2001, en que las torres y sus aviones arrazaron en el recuerdo. Y desde hace dos años bautizado nuevamente el Onze de Setembre como la Diada.
Me tomo la licencia de creer entender el pedido de un día como hoy. Se clama por ser independientes, de decisión y criterio, se boga por la lucha que implicó e implica la liberación de un pueblo frecuentemente en estado de opresión, que reivindica la pluralidad de desenvolvimientos, autónomos y respetables, siempre que conserven la armonía social. El tema es que ésta viene escaseando en los alrededores del mundo, por lo que hay otro gobierno que se adjudica la potestad de decidir que esa porción de pueblo no se puede ni debe manifestar, ni con una estrella en su simbología de tela de turno, ni en las urnas mismas pidiendo pacíficamente por su independencia.

Hacer el ejercicio de contar de la forma más simple, como si fuera a un niño, una noticia trae como resultado lo irrisorio de la noticia en sí.
Es que las noticias periódicas, las que todos nos enteramos a la vez, deberían tener -o serle adjudicadas- cada vez menos el carácter de trascendentes o espectaculares, como solemos verlo pensando que se trata de otra serie más de Netflix, sino más bien la importancia de la masividad, nada despreciable si se sabe contar con estos recursos de la era de la posverdad y hacer algo a favor en la sintomatología de pesares que atraviesa el mundo circundante y que pide por una reorganización de la que nadie está dispuesto a asumir el costo, por lo que se dificultará soberanamente llevar ese cambio a cabo.

Un cambio no es cosmético. Es de fondo. Es sustancial. Es en la medida que nos permitimos el espacio para llevarlo a cabo. No es sólo una consigna, es una acción consecuente. Y Catalunya parece distinguirse como el horizonte de vanguardismo, implicación, coordinación e imaginación suficiente como para darle la llave de decisión de su propio futuro. La negación nada puede hacer contra la manifestación profesa de una ciudadanía que pretende y una gobernanza que no está para otra cosa que cumplir con el pedido de sus integrantes.


La Diada es eso y empezar a sentir y respirar este terruño de noreste peninsular con alma y vida, es la distinción de que se puede vivir en el rincón de montaña o mar que se desee siempre que se tenga el sustento para afrontarlo. No se trata de dinero, como la mayoría cree en estos tiempos, sino de energía y disponibilidad, de criterio para evaluar las condiciones de posibilidad, y luego decisión para llevar adelante lo que se cree conveniente. De ahí que las noticias generales poco importan e incluso distraen la atención, pero la unión común, incluso en función de una temática espontánea, siempre es buena, porque es donde se articulan las bases de comprensión mutua y colectiva para lo que toque enfrentar. Creo que el problema es que los pueblos están creciendo más rápido que los gobernantes... Y no hay tiempo para más experimentos de mercado, las pruebas de laboratorio están donde está la acción.