La Diada. ¿Qué es eso? El festejo
nacional del pueblo en el que habitamos.
El día del Maestro, para mi, hasta el 2001, en que las torres y sus aviones arrazaron en el recuerdo. Y desde hace dos años bautizado nuevamente el Onze de Setembre como la Diada.
Me tomo la licencia de creer entender el pedido de un día como hoy. Se clama por ser independientes, de decisión y criterio, se boga por la lucha que implicó e implica la liberación de un pueblo frecuentemente en estado de opresión, que reivindica la pluralidad de desenvolvimientos, autónomos y respetables, siempre que conserven la armonía social. El tema es que ésta viene escaseando en los alrededores del mundo, por lo que hay otro gobierno que se adjudica la potestad de decidir que esa porción de pueblo no se puede ni debe manifestar, ni con una estrella en su simbología de tela de turno, ni en las urnas mismas pidiendo pacíficamente por su independencia.
El día del Maestro, para mi, hasta el 2001, en que las torres y sus aviones arrazaron en el recuerdo. Y desde hace dos años bautizado nuevamente el Onze de Setembre como la Diada.
Me tomo la licencia de creer entender el pedido de un día como hoy. Se clama por ser independientes, de decisión y criterio, se boga por la lucha que implicó e implica la liberación de un pueblo frecuentemente en estado de opresión, que reivindica la pluralidad de desenvolvimientos, autónomos y respetables, siempre que conserven la armonía social. El tema es que ésta viene escaseando en los alrededores del mundo, por lo que hay otro gobierno que se adjudica la potestad de decidir que esa porción de pueblo no se puede ni debe manifestar, ni con una estrella en su simbología de tela de turno, ni en las urnas mismas pidiendo pacíficamente por su independencia.
Hacer el ejercicio de contar de la
forma más simple, como si fuera a un niño, una noticia trae como
resultado lo irrisorio de la noticia en sí.
Es que las noticias periódicas, las
que todos nos enteramos a la vez, deberían tener -o serle
adjudicadas- cada vez menos el carácter de trascendentes o
espectaculares, como solemos verlo pensando que se trata de otra
serie más de Netflix, sino más bien la importancia de la masividad,
nada despreciable si se sabe contar con estos recursos de la era de
la posverdad y hacer algo a favor en la sintomatología de pesares
que atraviesa el mundo circundante y que pide por una reorganización
de la que nadie está dispuesto a asumir el costo, por lo que se
dificultará soberanamente llevar ese cambio a cabo.
Un cambio no es cosmético. Es de
fondo. Es sustancial. Es en la medida que nos permitimos el espacio
para llevarlo a cabo. No es sólo una consigna, es una acción
consecuente. Y Catalunya parece distinguirse como el horizonte de
vanguardismo, implicación, coordinación e imaginación suficiente
como para darle la llave de decisión de su propio futuro. La
negación nada puede hacer contra la manifestación profesa de una
ciudadanía que pretende y una gobernanza que no está para otra cosa
que cumplir con el pedido de sus integrantes.
La Diada es eso y empezar a sentir y
respirar este terruño de noreste peninsular con alma y vida, es la
distinción de que se puede vivir en el rincón de montaña o mar que
se desee siempre que se tenga el sustento para afrontarlo. No se
trata de dinero, como la mayoría cree en estos tiempos, sino de
energía y disponibilidad, de criterio para evaluar las condiciones
de posibilidad, y luego decisión para llevar adelante lo que se cree
conveniente. De ahí que las noticias generales poco importan e
incluso distraen la atención, pero la unión común, incluso en
función de una temática espontánea, siempre es buena, porque es
donde se articulan las bases de comprensión mutua y colectiva para
lo que toque enfrentar. Creo que el problema es que los pueblos están
creciendo más rápido que los gobernantes... Y no hay tiempo para
más experimentos de mercado, las pruebas de laboratorio están donde
está la acción.
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