martes, 22 de mayo de 2018

Se me hace bien


Empecemos por el mate entonces, sugirió. Porque si entendés el ritual del mate entendés toda nuestra forma de vida.

Cumplir años es la forma más vil de recordarte el paso del tiempo. Porque ocurre todos los días pero hay uno especial donde todos, con suerte, te tendrán presente. Donde te tienen a consideración. Donde no cambia nada pero se hace bien hacerte sentir único. Está bueno, se acepta. Incluso, se bienrecibe, pero qué hará que un sólo día sea tenido en cuenta así y no los 364 más que conforman esa unidad de medida llamada año.

No es que tenga a bien despreciar los elogios, pero se me hace cuestión querer saber qué embarca al humano de recordatorios como para validar un día por sobre la presencia constante. El valor está dado por la perseverancia, no por la aparición fortuita. Saberse conocedor es una reverenda cagada, elijo ir con visión de inocente niño que inspecciona y no por eso es ingenuo, más bien es elocuente y creador de realidad, a opuestas del adulto modesto, adusto, rígido, preconcebido. Ya deslegitimizado.

Que siga la ronda. Gracias. Es que en el transcurrir del tiempo a juntas es lo que le da vida a un vínculo. No es lo esporádico, por más bueno e intenso que pueda ser, lo que sostiene y da crianza a la naturaleza humana de vincularse. El encuentro es chispa, pero la vinculación es un fuego fuerte, con dos leños cruzados de punta a punta que sostienen la charla y muchas ramas y ramitas de distintas calidades y tamaños acompañando para ir siendo arrojadas cuando se crea conveniente. Con un buen vino, mucho libro y pinturitas y lapices y lapiceras sueltas por ahí, algún buen juego de mesa, cuadernos con hojas en blanco, familia dispersa por todas partes, ricos olores, aromas a viejo, a tiempo, a transcurso.

¿Sale otro mate? ¿Quién lo prepara? Yo estoy muy metido acá...
Un repetido juego que se sistematiza hasta hacerse vacío, caduco, obsoleto. Y se pasa al siguiente. Insistente, repetitivo. Se acabó. Personificar es encarnar, es hacer cuerpo.

sábado, 5 de mayo de 2018

Carta abierta al Kun Agüero

No olvido más aquel día, estaba en el Codo de la vieja Doble Visera, y vos, muchacho retacón y veloz, te le escabulliste a medio equipo para sembrar uno de los goles más lindos que me tocó ver dentro de un estadio. Uno lo veía y ya sabía que tenía destino de red la pelota, sólo era cuestión de disfrutar y ver esas maniobras corporales que descaderan a cualquier defensor.

También estuve cuando te tocó entrar, con 15 años, en la historia grande del fútbol argentino. Sin tocar la pelota ya eras leyenda como el jugador más joven en pisar una cancha de primera división. Por eso, y otros enormes goles que me hiciste gritar junto a mi viejo, porque te fuiste temprano del Rojo y todavía tenemos pendiente aquello de ganar una Copa con vos, y no dudo que ocurrirá. Porque cuando descendimos junté el dolor familiar rojo en un trapo que acompañó todo el periplo por la B, y sintetiza lo que siento por este Club y, por qué no, por vos, Kun querido.

Porque cuando pisé Barcelona hace unos años una Peña me contuvo en el momento más trágico al enterarme del fallecimiento de mi viejo a la distancia. Porque ese mensaje en el trapo se convirtió en bandera y me juramenté que pisará el estadio Libertadores de América como modo de rendirle honores a quien me hizo querer esa casa desde que tengo 4 años. Porque también me prometí que movería cielo y tierra para que antes estuviera firmada por mis tres grandes ídolos que vi en una cancha con la camiseta del Rey: el Bocha, el Mariscal y el Kun.
Porque ya tiene la estampa de los dos primeros y faltás vos, Kun, para conseguir el sueño de que este manto sagrado envuelva y cobije las dedicatorias de quienes nos hicieron abrazarnos y delirar por estos colores.

Porque sé que estás en Barcelona recuperándote para encarar tu mejor Mundial, y sueño con que anuncies que volvés cada día. Porque esta oportunidad es única y no me importa lo que digan, lo que digan los demás, necesito que me leas y des dos minutos de tu vida, Kun. Para vos será algo insignificante, otro pesado fanático más, y para mi será la gloria, habré cumplido la primera instancia del plan, tener la bandera lista para seguir su camino a Avellaneda. Porque “Nada va a cambiar mi amor por vos”, Kun Agüero, te pido encarecidamente, ¿dónde te puedo encontrar? David, mi viejo, Gonzalo, mi hijo, y yo, te estaremos agradecidos para siempre.

Salud al Rey, y eterna vida a los colores que despiertan la pasión y el recuerdo de los días felices en aquel estadio de cemento.