El mundo, la conflictividad, el país, la naturaleza misma,
todo está cayendo en un acelerado ritmo de extremismo polar negativista, y
puedo observarlo y no por eso no sentirme parte. En ese devenir nos encontramos
todos inmersos de algún modo en estos días donde pareciera ser que el intento
por congeniar caducó ante la fuerza bruta del poder que arrasa. El del amor es
el único que queda. Lo entiendas o no. El poder fundado en el miedo genera una
bola mayor, que crece con la ira y el odio que se produce en el semejante que
sufre. No se puede tapar el Sol con la mano ni un bosque con un árbol. A crear actos
concretos de amor que, si no se acaba, se acelera el mundo. Está en tus manos.
De qué carajo te querés cuidar. Si igual te vas a ir.
Disfrutá. No hay otra. No vinimos a otra cosa. Y las formas de disfrutar son
tantas como personas en el mundo. El punto es cuánto te vas a mortificar y
cuánto vas a dedicarte a colonizar tu poder de hacer lo que te gusta.
Tu mundo es mi mundo porque sintetizo con mi mirada.
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