Un parto es la resultante del trabajo
hecho durante 9 meses previos de dedicación y contención de un
gestante, una obra de vida. Entre cobijos y manutenciones, obsesiones
y celebraciones, malestares y bienestares, la masa de cartílagos
primero, huesos, músculos y carne se fue consolidando y en un punto
se da cuenta que el espacio donde está le queda chico, y empieza a
pujar por salir a conocer algo más.
Siento que estoy presenciando el mismo
trabajo de parto tanto en mi familia, con la ansiosa espera de Maia
Galin, que está al caer, como con el Club de mis amores, el Glorioso
Independiente de Avellaneda, que hace 9 meses nos hizo volver a
concebir la idea de que el Rey de Copas no fue un eslogan más, sino
que es una mística que se sostiene viva a prueba de hazañas
coperas. Hoy, ahora, por estos días, ambos -familia y equipo- nos
enfrentamos ante una instancia trascendente: parir.
No es algo que se hace como en las
películas hacen creer, donde todo ocurre instantáneamente. El
estado y trabajo de parto es un momento donde convergen todas las
intenciones y voluntades puestas a lo largo del tiempo en que se
dedicó atención y cuidado al proyecto, se sufrió, se afianzó, se
corrigió, se replanteó y se volvió a creer en que la vida brota
sola si se deja ser sin obturar.
Desde luego que siempre estamos
pendiendo, y pendientes, de la sombra que rodea a la vida, es decir,
la muerte. Pero para ahuyentar fantasmas, elijo enaltecer y rendirle
honores a la inevitable, reflejarla en ese padre que se me fue hace
menos de 3 años, y que dejó un sólo legado a sostener. Sí, a
veces puede pintar las ganas de gallinear, quién no teme a los
cambios, pero no alcanza, y toca juntar valor para enfrentar lo que
es. La vida de un hijo, concebir una vida, lo es. Es por sí solo. No
importa a qué se enfrente, ni a qué queramos que se enfrenten.
Ellos toman decisiones, nosotros acompañamos.
Igual que con el equipo del Profesor.
Deposito mi confianza en que surgirán las fuerzas necesarias para
dar a luz este proyecto gestado con amor durante más de 9 meses. Y
me entrego, a contemplar, porque a la larga es poca la participación
que uno tiene, o es observadora y acompañadora en este momento
particular que toca vivir. ¿Cómo estás? De parto.
Hablo de vos Rojo querido, hablo de mi
vida puesta en cuerpo de mi mujer Marisel. Porque todo es igual, es
la pasión que se refleja en mi. Nadie dijo que es fácil el trabajo
de parir, pero estoy seguro que siempre tiene final feliz, porque es
la resultante de un proceso, no es sólo un resultado.
Esta Campaña volveremos a estar
contigo... ¡te alentaremos de corazón!
Somos nosotros, guerreros pariendo,
poniendo huevos, ovarios, corazón, hasta el minuto final, y no habrá
duda o miedo que pueda más que la voluntad de vida, roja, furiosa,
pasional, salvaje, que sale a bailar con la que toque, sin
prejuicios, con soltura de niño, a la que toque jugar.
Mañana el pueblo rojo de Barcelona
también se aglutinará alrededor de (la estación) Monumental, para
parir un sueño, la Octava. No sé si seré de la partida allí o en
el hospital. En el mismo proceso estamos, alentando para que salga la
niña Maia, aguantando los trapos, porque sabemos que la alegría
posterior no se compara con nada. “No se compara, con otra
hinchada, somos nosotros, en las buenas y en las malas... Yo te sigo
de pendejo, siempre voy a todos lados, yo te vengo a ver
descontrolado...”.
El paralelismo es infinito, porque de
inspiración se trata. Mi viejo, Independiente, yo, el que sigue, en
individuo y colectivo, vamos a empujar y pujar, que el canal de parto
está abierto, y es cuando más toca aguantar. Nadie dijo que sería
fácil. Todos juntos se aliviana. Es por vos. Hasta el final.
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